Por Silvana Di Liberto

Me llamo Silvana Di Liberto. Soy cantante, escritora y, por encima de todo, viajera del sentido.
A lo largo de los años he comprendido que no siempre somos nosotros quienes decidimos el curso de la vida… Es ella quien nos elige, nos pone a prueba, nos desarma y nos reinventa. España fue uno de esos lugares que, sin saberlo, me estaban esperando. Esta tierra de toros me acogió cuando aún era muy joven. Descubrí lenguas nuevas, forjé amistades inesperadas y viví una de esas casualidades que parecen orquestadas por algo más grande. Mientras cantaba en un barco privado, una pasajera se me acercó al terminar y, justo antes de desembarcar, me hizo una propuesta: recorrer con ella la Ruta Francesa, la más concurrida de Europa.
El recuerdo inicial
De aquel recuerdo de polvo, barro, terrenos variados, sol y lluvia, han pasado ya casi veinte años. Entonces, el Camino era otra cosa. No existían aún los mapas digitales, ni las redes sociales que interrumpen cada flujo interior. Se caminaba y punto, sin necesidad de documentarlo todo, sin ese afán de velocidad que hoy parece haberse vuelto norma. Ahora, muchos corren por el sendero como si fueran parte de un experimento invisible, atrapados en una rueda que no saben quién puso a girar. No se detienen a preguntarse por qué van. Lo hacen porque van otros, sienten que ‘toca hacerlo’ o simplemente está de moda.
El verdadero Camino
Pero el verdadero Camino no es una senda de kilómetros; es un trayecto espiritual que solo se abre a quien se atreve a abandonar la comodidad de lo conocido. Yo, por mi parte, he salido ya mil veces de la caja. He fracasado. He caído. Me he vuelto a levantar. Y nunca me canso. Comprender que el destino ya está escrito no es una invitación a la resignación, sino a la entrega lúcida. Camino con energía porque algo en mí despierta: lo viejo se desprende, y lo nuevo —más íntegro, más sereno— comienza a tomar forma. Es un umbral sagrado, donde se aprende a estar presente, a escuchar de verdad, a mirar sin juzgar. Y sobre todo, a sentir la naturaleza como un espejo, más que como un simple paisaje, con su poder sutil de sanar y transformar la mente. En ese andar sin prisa, uno se reencuentra con lo que el ruido había silenciado: el asombro, la simplicidad, la gratitud, la fragilidad, la amabilidad… y el arte de soltar el peso del materialismo para abrazar lo esencial. Más que una travesía geográfica, fue una transición personal. Un punto de comparación entre la chica que era entonces y la mujer que soy hoy. No lo noté de inmediato, pero a mitad del camino —o quizá mucho después— algo en mí cambió para siempre.
Compañeras de ruta y encuentros

Ir acompañada por una mujer que, al principio, era una desconocida y que, semana tras semana, se ha convertido en un verdadero regalo del cielo. Juntas atravesamos días en los que el cansancio pesaba más que la mochila, momentos en que no encontrábamos un refugio donde resguardarnos, o instantes de sobresalto frente a perros curiosos o situaciones extrañas. Pero bastaba una mirada de complicidad para saber que, juntas, podíamos con todo. Ella me compartió su experiencia, su sabiduría y, sobre todo, su serenidad, ya que antes había sido una persona muy nerviosa. Y luego, lo más bello fue relacionarme con peregrinos de todas partes, que hablaban idiomas que nunca había escuchado en mi vida. Allí entraban en escena los gestos y las sonrisas, un lenguaje universal que no entiende de fronteras.
Gente de todas las clases sociales, religiones y edades, pero con una misma misión: ir juntos hasta el final. Y la bondad de los lugareños, siempre dispuestos a ayudar, a dar sin esperar nada a cambio, y a resolver siempre cualquier dificultad, hizo que cada día fuera un acto de generosidad y humanidad pura.
De la palabra al libro
De aquello recuerdo nació mi libro, El Camino de Santiago (a mi manera), publicado en español, italiano y francés.
Esta obra tiene algo de mágico: me conecta con múltiples lugares sin necesidad de moverme de casa. Las palabras, como los caminos, también hallan su forma de moverse.
Así fue como descubrí este rincón digital llamado Pies y Pedales.
Es un honor ser parte de este refugio, y aún más, haber conocido a Bea, su creadora: una mujer luminosa y peregrina de espíritu. Confío en que ella terminará mi libro, porque, habiendo recorrido esta misma Vía Francesa, podrá hacerme las preguntas precisas.
Y así, simultáneamente, el lector podrá comprender la razón por la cual necesitamos dejar a un lado el trabajo, la familia y las obligaciones que impiden pensar.
La nueva aventura: Vía de la Plata
Ahora, cuando el Camino me ha vuelto a reclamar —esta vez por la Vía de la Plata—, Bea me acompañará durante una o dos semanas, ya sea desde que partamos de Sevilla o desde la intersección con el Camino Sanabrés, hasta llegar a la ciudad santa y descubrir una parte juntas de este precioso patrimonio cultural y gastronómico.
Itinerario previsto:
- Inicio: 20 de septiembre de 2025 (Sevilla)
- Fin: 13 de noviembre de 2025 (vuelo de regreso a Sicilia)
Quiero agradecer especialmente a los patrocinadores —muchas empresas de mi pueblo, Monreale— que han hecho posible este proyecto y que me acompañarán simbólicamente en el camino, con sus logotipos estampados en mis camisetas.
Inspiración para el segundo libro

El año pasado sentí que era momento de cerrar un ciclo en España y regresar a mi isla, a mis raíces, para estar cerca de mis padres, que ya son mayores. Fue entonces cuando María —mi amiga vasca de 79 años— sembró en mí la semilla de esta travesía compartida, y nació en mí el deseo de escribir un segundo libro, fiel a lo vivido, no a lo imaginado. Nos conocimos a través de mi primer libro. Ella insistía en que, así como mis palabras le habían mostrado que la vida siempre ofrece una segunda oportunidad, debía seguir escribiendo para recordárselo a otros: todo es posible.
Pero en noviembre, por razones de salud, María tuvo que renunciar a la aventura. Llamaba a ese viaje su “última misión”: un acto de voluntad, una forma de desafiar al tiempo y al cuerpo con la elegancia de quien no se rinde. Le pedí que no se arriesgara, y con la entereza que la define, me dio su bendición para seguir sola. El próximo 17 de septiembre, la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Sevilla – Vía de la Plata me entregará la credencial Vicarie Pro, con su nombre. Caminaré por las dos, como si nuestros pasos fueran uno solo.
Os contaré más adelante cómo ha ido esta aventura formidable, que no solo pone a prueba el cuerpo, sino —ahora más que nunca— la conciencia.
Consulta la ruta de la Vía de la Plata aquí:
https://sites.google.com/view/silvana-di-liberto-artista/de-sevilla-a-santiago-para-ti
¡Que este relato te inspire a emprender tu propio camino, a escuchar la voz interior y a descubrir lo esencial en cada paso!