Las ampollas pueden arruinar tu Camino si no sabes actuar. En este artículo aprenderás cómo pinchar una ampolla de forma segura, sin dolor y con todo lo necesario para seguir caminando al día siguiente. Porque sí, se puede… si sabes cómo.

Antes de empezar: evita las ampollas (si puedes)
1. Elige bien tu calzado. De verdad.
No, no estrenes botas el primer día. No, tampoco esas que te compraste “porque estaban en oferta”.
Tu calzado tiene que ser como tu mejor colega: ya lo conoces, ya te ha aguantado borracheras y subidas de montaña.
Si te aprieta, te roza, o te saca una ampolla en una caminata de una hora… imagina tras 30 km con sol y mochila. Exacto.
2. Los calcetines no son un accesorio. Son tu salvación.
Olvídate de los del Decathlon a 3 euros el pack de cinco.
Ponte unos buenos calcetines técnicos, sin costuras, que absorban el sudor y te abracen el pie como si fueran una segunda piel.
Y llévate al menos dos pares por día. Sí, suena exagerado. Hasta que se te empapan los pies y te sale una ampolla como una nuez.
3. Vaselina, crema antifricción… lo que sea, pero échate algo.
Antes de salir, pon una capa fina en los talones, en los dedos, en los laterales.
¿Que pareces una croqueta en aceite? Perfecto.
Más vale resbalarse dentro del zapato que frotar y acabar llorando cada vez que te quitas los calcetines.
4. Entrena. Que esto no es un paseo al bar.
Camina antes de salir. Con la mochila. Con el calzado. Con TODO.
El Camino no perdona a los que llegan en plan “yo me lanzo y ya está”.
Los que no entrenan son los que ves el segundo día con los pies como un mapa del dolor.

Durante la peregrinación: cómo pinchar ampollas

🩹 Cómo pinchar una ampolla
Olvídate del Compeed. En serio. Si ya tienes la ampolla reventada, eso es como echarle una manta a un incendio. Lo he probado. Varios días. Varios kilómetros. Y solo conseguí que la cosa se pudriera más, literal.
Lo que de verdad funciona —y te lo digo con los pies reventados de haber hecho el Camino en invierno— es esto:
👉 PASO A PASO de cómo pinchar ampollas : el método del agujero de arroz
1. Lávate las manos
Con agua, con jabón, con lo que tengas. Pero lávatelas. No queremos convertir una ampolla en una historia de terror.
2. Desinfecta el material
Una aguja y un hilo fino. Esterilízalos. ¿Cómo? Con fuego (el mechero del peregrino), alcohol o lo que tengas más a mano. No es un quirófano, pero tampoco una charca.
3. Pincha la ampolla
Sí, va a doler un poco. Pero menos que seguir caminando con esa burbuja asquerosa. Pincha de lado a lado y deja el hilo dentro, atravesándola para ayudarte con el paso siguiente
4. Haz un pequeño corte
Este es el truco que no te cuenta nadie: con una tijerita (o la punta de una navaja afilada y desinfectada), estira levemente de los dos extremos y haz un corte mínimo en la parte más baja de la ampolla. Lo justo para que quede un agujero del tamaño de medio grano de arroz. Ni más ni menos. Eso evita que se cierre antes de tiempo y se vuelva a llenar.
5. Betadine a saco
Un buen chorro de Betadine dentro. No escatimes. Pica, sí. Pero más pica cuando la ampolla se infecta y acabas caminando como un pingüino durante tres días.
6. Cubre con una gasa
Nada de sellarlo al vacío. Solo una gasa limpia y cinta por encima. Que respire. Que drene. Que se seque.
7. Déjalo toda la noche
A la mañana siguiente, la magia sucede. La ampolla estará mucho menos inflamada, seca por dentro y lista para tirar otros 20 kilómetros. Y lo mejor: no se volverá a llenar porque ese pequeño agujero sigue drenando como un campeón.

Este método no es bonito, ni de manual de enfermería, ni lo vas a encontrar en un folleto del Camino. Pero funciona. Lo he hecho más veces de las que me gustaría admitir. Y siempre, siempre me ha permitido seguir caminando al día siguiente.
Así que si estás ahora mismo en un albergue, con una ampolla que parece que te ha salido un segundo pie… ya sabes lo que tienes que hacer.
💬 Y si alguien te dice que te pongas un Compeed… sonríe.
Evita el uso de apósitos tipo Compeed en ampollas abiertas
Aunque los apósitos hidrocoloides como Compeed son populares, su uso en ampollas ya abiertas puede empeorar la situación, ya que sellan la herida y pueden atrapar bacterias, aumentando el riesgo de infección.
Descansa y ajusta tu ritmo – Qué hacer después de pinchar la ampolla
Escucha a tu cuerpo. Si el dolor es intenso, considera reducir la distancia diaria o tomar un día de descanso para permitir que la ampolla sane adecuadamente.
Para más consejos sobre cómo cuidar tus pies durante el Camino, visita nuestro artículo: Cuidado de los pies en el Camino de Santiago.
Botiquín básico para el peregrino
Llevar un botiquín bien equipado es esencial. Incluye:
- Agujas e hilo esterilizados
- Betadine o antiséptico similar
- Gasas estériles
- Esparadrapo
- Tijeras pequeñas
- Vaselina o crema antifricción
- Analgésicos de venta libre

Recursos adicionales y enlaces de interés
Para profundizar en el cuidado de los pies y la prevención de ampollas, te recomiendo el siguiente recurso de autoridad:
Conclusión
Las ampollas no deberían ser las que manden en tu Camino. No les des ese poder.
Con cuatro cosas bien hechas —y cero miedo a pinchar cuando toca— puedes seguir caminando sin que cada paso sea un castigo divino.
Prepárate bien. Cuida tus pies. Y cuando la cosa se ponga fea, actúa. Porque esto va de avanzar, aunque duela un poco.
Cada kilómetro es tuyo. Cada ampolla también, pero no dejes que ninguna te quite la experiencia.
Nos vemos en el Camino